22 nov 2011

Sección Contratapa: Con mis botas Kosakas de Timo Berger Reseña: Milton López

El libro en el que Timo Berger termina o empieza a destapar la olla de su argentinidad. Porque a pesar de portar sangre europea, y de explorar en la homosexualidad, nos demuestra que puede ser un verdadero Ricotero de alma. Timo Berger entiende el rocanrol y lo sabe bailar. Aprendió a hablar mejor que cualquiera el lenguaje de la tribu y ahora se desquita de todos los que le hicieron pasar mal rato, de los que lo hicieron sentir un gringoemierda, un extranjero en su propio barrio.
El mundo cosmopolita berreta que nos enseñaba su amigo Washington Cucurto acá se ve confirmado por la mirada de otro que habla nuestro mismo idioma. Un europeo, cuya lengua materna es el alemán, dispuesto a entregarse a la belleza, a la ciencia ficción, a la mística y a la política latinoamericana, provisto de herramientas para captar el color local y traducirlo a la poesía del rioba.
Personajes desopilantes y grandiosos que se sienten extraños ante un rubio, casi ario, que toma cerveza del pico y fuma paraguayo del bueno en nuestras caras. Timo Berger tiene algo que decirnos: un canto de guerra, el grito de blandengues previo al pogo de los recitales, el humo denso donde todos se mezclan con todos, y los cuerpos sudados se chocan con los otros cuerpos sin importar el color.
Timo Berger nos habla en la lengua que aprendió en los recitales, en las fiestas del rocanrol y también en los festivales de poesía, donde todos se mezclan con todos, para formar parte de una misma raza, de un mismo lenguaje que se bifurca y diversifica. Tengan cuidado que Timo viene a devolvernos la mirada. Y nos tiene muy bien junados: “Argentina. Pueblo hermano de raza lúgubre y eyaculosa”.
Timo Berger, acodado a una barra, no tiene miedo de levantar su mano derecha y vociferar el himno del 3° Raich, no le importa lo políticamente incorrecto, que vale para él lo mismo que lo políticamente correcto (también podría cantar la marcha peronista), esa es la materia prima que trafica, la que le tenemos prohibida a un europeo: ser nazi, por ejemplo, o skinhead, y creerse de una raza europea.
Timo Berger nos muestra su potencia en este libro de poesía y relatos, relatos y poesía, con tantas eyaculaciones como mártires, y también se banca la golpiza!
“Pero no son fantasías, es la verdad” dice el personaje Daniel Durand en una llamada telefónica. Y es así, Timo no inventa nada, tampoco es que traduce, escribe en nuestro idioma lo que sus amigos le contaron, lo que entiende que pasa. Esa era la mirada que estábamos esperando.

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