[ una posible lectura para la contratapa cartonera de
Haikus Gordos, de Belén Iannuzzi, por Alfonsina Brión.
Editado por LPC, colección Gilda Vive, 2010 ]
Belén presentando su libro en la ex sede de LPC, el "Clase A" |
Mientras lo leo, se me desencuentran los sentidos, y es porque no sé, si no huelo esa música de los yuyos / a la hora de la siesta , si no veo el dibujo del eco, ese: solemne / en el silencio de la casa /habitada.
A lo largo de un sabor dulce, o un deseo dulce: un trago de hiel en la luz de la ventana que corta una canción sucesiva. Sí, la historia insiste / y aquello que no se resuelve / aparece como problema, / como poema.
Los Haikus gordos miran por la ventana de un almanaque de tintorería: otro haiku. Cualquier haiku oriental que hable del cisne o el ciruelo, pueden ser cientos. Me parece por demás lúcido pensar la occidentalización de esos haikus primarios como foto de almanaque en tintorería. Y es que una traducción de esos haikus delgados, 5-7-5 a occidente, mejor cabe en caja de “volumen-5 kilos”.
La diferencia que encuentro con el haiku del almanaque es el tiempo,la historia, la luz con hiel, lo cíclico, varios haikus que vuelven la mirada atrás. Ya no se trata de un soplidito de instante pasajero. Y atrás es atrás: mismo una espiadita para vaticinar conductas con aprendizaje significativo, pero también el atrás de un libro cuyo formato doble faz y acordeonado va generando una jerarquía visual aleatoria y efímera; es decir: viendo al libro en su formato, un atrás como un debajo, sea la hoja que viene o la que ya pasó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario